El caso Goldman


El año pasado el cine francés le cogió el gusto a los dramas judiciales. Dos de sus películas más exitosas y aclamadas de 2023 se centran en sendos procesos judiciales, uno ficticio y otro basado en una historia real. Ambas películas son excelentes y las dos se pueden ver en Filmin, por cierto. Hablo de Anatomía de una caída, de Justine Triet, y El caso Goldman, de Cédric Khan. No son pocos los parecidos entre ambas películas, que también tienen unas cuantas diferencias. En las dos, desde luego, las escenas de los juicios resultan hipnóticas.

Cuando veo películas así siempre supongo que los juicios no deben de funcionar exactamente como se ven en la pantalla en la vida real. En El caso Goldman, la práctica totalidad del metraje transcurre en la sala de juicios y uno no puede apartar la mirada, le da reparo hasta parpadear por si se pierde algo. La película cuenta un caso real y, como siempre en estos casos, pienso que me da un poco igual. Quiero decir, todo es ficción, no me hubiera atraído menos esta historia si todo fuera mentira. Todo es un poco mentira, en realidad. La verdad en cualquier relato, por fidedigno que sea, es sólo como la recordamos, nunca como es de verdad. 


Dicho esto, desde la mirada de un espectador del presente, llama mucho la atención la historia real de Pierre Goldman. Era un intelectual de extrema izquierda, guerrillero en América Latina, delincuente, genio para unos y energúmeno para otros… Un tipo peculiar que despierta una extraña fascinación entre no pocos intelectuales y activistas de izquierdas. Era un tiempo en el que el uso de la violencia no era particularmente algo censurado por parte de no pocos sectores de la sociedad. Eran los años de los cantos a la revolución, tiempos de cuestionamiento de todo poder. 


Goldman es acusado de una serie de delitos en París en 1969 tras volver de Venezuela, donde fue a unirse a los revolucionarios. Él reconoce todos los robos menos uno, el de una farmacia en el que el asaltante asesinó a dos personas. Defiende su inocencia y no poco chavales de izquierdas acuden al juicio a mostrarle su apoyo. A un lado y otro, entre sus partidarios y sus detractores, el juicio parece ir en todo momento mucho más sobre lo que hay de fondo, la ideología y el carácter del acusado, que sobre los hechos en sí. El juicio fue muy mediático en Francia y generó mucha polémica. Goldman fue visto como un símbolo por los unos y los otros. Su historia no dejó de causar polémica y estar rodeada de furibundos críticos y apasionados defensores hasta el final. Años después de salir de la cárcel fue asesinado en un crimen no del todo aclarado, pero en principio atribuido a grupos de extrema derecha. 


La película impresiona por como está grabado el juicio. Insisto, quizá no sea así en realidad, pero no me importa. Es alucinante. Habla el abogado defensor, le lleva la contraria el acusado para decir que todo es un montaje policial, que toda la policía es racista y antisemita, que los testigos mienten. Interrumpen los abogados de la acusación. Entra de repente alguien del jurado. Media como puede el juez. En fin, es un duelo dialéctico de primer nivel. Además, el acusado es un tipo con ideas radicales y muy firmes, un tipo punk que no deja indiferente. Con un punto de ironía, también de radicalismo. Un tipo pagado de sí mismo. Alguien muy marcado por la educación que le dieron sus padres, judíos que huyeron del nazismo hacia Francia


Leo que a la viuda de Goldman no le ha gustado la película y supongo que se debe a que el filme en ningún momento se moja. Muestra los argumentos y las ideas de unos y de otros, los testimonios de los testigos y los argumentos de defensa y acusación. Para el espectador, la película es lo más parecido a ejercer de jurado. La película no quiere demostrarnos nada ni defender tesis alguna, sino que nos sitúa en la posición del jurado o del juez. Estos son los hechos según los ven todos los implicados, que cada cual decida. 


En un momento de la película escuchamos al abogado defensor de Goldman preguntar por qué fascina tanto este juicio. Lo tenía todo, claro. La personalidad fuerte y compleja del acusado, el cuestionamiento del antisemitismo en Francia, el debate sobre los movimientos revolucionarios de izquierdas y su uso de la violencia, el choque entre dos formas de ver la sociedad, las dudas sobre el mismo sistema judicial y policial… La película logra también fascinar al espectador, mantenerlo en tensión en todo momento gracias a un impresionante ejercicio cinematográfico que redondea la descomunal interpretación de Arieh Worthalter en el papel de Goldman, bien secundado por el resto del elenco, en especial, por Arthur Harari, que da vida a su abogado, y Stéphan Guérin-Tillié, que interpreta al juez


La película se puede leer de muchas formas y ése es otro de sus aciertos. No faltarán quienes se queden con la lectura política o los que prefieran el punto didáctico de contar un suceso del pasado. Siendo todo eso importante, yo me quedo con lo bien rodado que está el juicio, con esa sensación de duelo dialéctico de primer nivel, porque todo, las ideas, las políticas, los hechos, todo, se sustenta en palabras, en el lenguaje, en cómo lo contamos. Y de eso va también el buen cine, que por encima de todo se compone de historias bien contadas. El caso Goldman está extraordinariamente bien contado. 

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