Lo que revela el paso adelante de Josh Cavallo

 

Cada vez que un personaje público cuenta que es homosexual, como hizo hace un par de semanas el futbolista australiano Josh Cavallo, hay múltiples reacciones, que pueden resumirse en dos: las que sostienen que eso no debería ser noticia y las que creen que no debe ser noticia. El tiempo verbal importa. Los primeros sostenemos que es increíble que en el año 2021 apenas haya futbolistas en activo que hayan contado que no son heterosexuales. Nos parece elemental que es una anomalía y que algo debe de ocurrir en ese mundo cuando casi nadie da el paso de contar su verdad. El mundo del deporte, y en particular el del fútbol, va unos cuantos pasos por detrás de la sociedad. Es uno de esos rincones en los que cuesta mucho más hacer lo que hizo Cavallo en un vídeo en el que contó que lleva seis años luchando contra su sexualidad y que quiere dejar de vivir esa parte de su vida en secreto, que entiende que es perfectamente compatible con su carrera profesional. 
Luego están los que creen que esto no debe ser noticia. No en condicional, sino en presente. Y esas personas son uno de los motivos por los que este tipo de historias siguen siendo noticia, claro. Es gente que dice que a nadie le importa con quien se acueste un futbolista, pero que luego se sabe la vida y milagros de su deportista preferido, incluido, por supuesto, quién es su pareja o cuántos hijos tiene. Es ese tipo de gente que no ve ningún problema en que las mujeres de los futbolistas acompañen a sus parejas a eventos como ceremonias de premios, pero que, ay, enseguida dice que no le importa si un futbolista es gay. 

Se llama presunción de heterosexualidad, en todos los casos, y LGTBIfobia, en otros, los más extremos, que haberlos, haylos. Desconocimiento e ignorancia, en suma. Esa gente piensa que lo normal es ser heterosexual, así que cuando un hombre público habla de su mujer o de sus niños, está bien, es algo tierno, bonito, incluso, pero si ese mismo hombre resulta que es homosexual, entonces ya es algo intolerable, no hace ninguna falta que nos cuente nada, por qué cree que nos importa con quién se acuesta. Es una pena que estas personas no tengan un poquito de empatía. Las hay que creen de verdad que no hay problema alguno en que no existan casi futbolistas que hayan hablado abiertamente de su homosexualidad. Les parece natural que los futbolistas heterosexuales compartan su vida privada en las redes sociales, pero les resulta obsceno que lo haga un compañero gay. Una de dos, o piensan de verdad que no hay futbolistas gays, porque esto es cosa de machotes y tal, o están diciendo que les parece bien que los futbolistas homosexuales escondan una parte de su vida y vivan angustiados por ello, porque, ya sabemos, a nadie le importa con quién se acuesta cada uno... siempre que sea gay, claro, porque si es hetero sí que les importa, aunque no lo sexualizan de esa forma. 

Entre las reacciones esperanzadoras al mensaje de Cavallo están los tuits de apoyo que compartieron varios equipos de fútbol, como el Liverpool, la Real Sociedad o el Barcelona, y también algunos (pocos) futbolistas, como Gerard Piqué o Antoine Griezmann. Hace unos días, Cavallo contaba en Marca que no cree que hubiera ningún problema si un futbolista del Madrid o del Barça contaran que son homosexuales. ¿Por qué no ocurre entonces? Es algo que el mundo del fútbol debería tomarse más en serio, no sólo en España. No se trata de obligar a nadie a contar lo que no quiera, sino de cuestionarse de forma crítica por qué eso que los futbolistas heterosexuales sí pueden vivir con naturalidad, está vedado para los que son homosexuales, hasta el punto de que prefieren esconder esa parte de su vida por miedo al rechazo. 

Esa gente que piensa que lo de Cavallo no debe ser noticia no entiende lo importante que puede ser para un chaval que quiera dedicarse al fútbol en el futuro escuchar testimonios como éste. Quien vive en un mundo hecho a su medida de hombre blanco heterosexual, quien lleva toda la vida con referentes en televisión que son como él, que aman y sienten como él, tiene que hacer un ejercicio de empatía, tampoco demasiado exagerado, no se va a herniar, para comprender esto. Pero es importante que lo comprenda. Aceptemos, que ya es mucho aceptar, que a este gente de verdad no le importa si un futbolista es gay o no, cosa que cuesta mucho creer viendo su obsesión con este tema. Si es así, si de verdad les da igual, entonces podrían entender que a otras personas sí les importa mucho, porque los ayuda, les da un mensaje de ánimo y esperanza, un referente. 

El hecho de que en el fútbol femenino sea más habitual encontrar a mujeres lesbianas que se sienten libres para contarlo también es algo que debería hacer reflexionar a los dirigentes y equipos de este deporte. Porque el fútbol, como cualquier otro deporte, no es exclusivo ni de un sexo ni de una orientación o identidad. El fútbol no va a perder nada por entrar en el siglo XXI, todo lo contrario. El fútbol es seguido por millones de personas en todo el mundo. Ningún futbolista gay está obligado a contarlo, pero estaría bien que no se sintieran obligados precisamente a no contarlo, y para ello es importante construir un entorno seguro. Lo de Josh Cavallo no debería ser noticia, ojalá pronto de verdad lleguemos a ese punto, pero me temo que aún queda mucho para ello, como demuestra el hecho de que haya tanta gente que crea que no debe ser noticia. 

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