Homeland

Es altamente infrecuente que una serie logre sobrevivir cuando llega al precipicio de la falta de ideas, cuando parece desbarrar más de la cuenta. No es probable que una serie resucite de entre los muertos, pero es más o menos lo que ha conseguido Homeland los últimos años. Su primera temporada fue impresionante, todo un fenómeno. Una historia de intriga que hacía contener el aliento a los espectadores. Una trama deslumbrante de sospechas, en la que la agente de la CIA Carrie Mathison (Claire Danes) duda de la verosimilitud de la historia de Nicholas Brody (Damian Lewis), un héroe de guerra que es recibido en EEUU con todos los honores tras un cautiverio en manos de Al Qaeda. Esa primera temporada consigue provocar una tensión desorbitada. Es un prodigio, que continuó en la segunda. Pero la serie se perdió, parecía caminar sin rumbo, en la tercera. Literalmente daba la sensación de que los guionistas no sabían bien qué salida darle al personaje de Brody. Como si no tuvieran claro qué camino tomar. 


Esa tercera temporada decepcionó, porque dio la impresión de que se quitaron de en medio al personaje de Brody de cualquier manera, con una trama avanzando de forma dubitativa, dando tumbos, lejos de esa precisión en la intriga y la emoción creciente de las dos temporadas anteriores. Homeland se asemejaba a un cadáver andante. No parecía capaz de salir de ahí, o al menos, estaba forzada a reinventarse, porque ya no podría centrarse más en esa intensa relación entre Mathison y Brody. Y la serie se reinventó, desde luego, y de qué manera. Supo sacar partido a esa marcha de Brody, para mostrar a una agente Mathison, que sufre trastorno bipolar, acarreando más y más carga emocional a su mochila. La cuarta temporada no fue estelar, pero sí demostró al menos que la serie era capaz de seguir ofreciendo historias interesantes, aunque fuera una serie nueva. Saul Berenson (Mandy Patinkin) ganó en protagonismo, lo que fue muy positivo para la serie. 

Y en la quinta, definitivamente, la nueva Homeland estalló, para bien. Era otra serie y, casi, una serie incluso mejor. O tal vez no tanto, pero sí igualmente atractiva. Una serie que dialoga con la actualidad, que muestra la cara B de la lucha contra el terrorismo. Si 24 fue una reacción a los atentados del 11-S y, de algún modo, justificaba la guerra total contra los yihadistas, Homeland muestra una realidad mucho más compleja y más sucia, unas barreras mucho más difuminadas entre buenos y malos. Una serie que hace pensar y que parece redactar su guión a medida que avanza la actualidad, con menciones a Siria y con ataques terroristas en ciudades europeas. Esa quinta temporada, ambientada en Berlín, fue impresionante, y dejó no pocas reflexiones atractivas, como aquella en la que los responsables de inteligencia afirman que la nueva normalidad es ese miedo permanente a los ataques terroristas y la utilización del mismo para restringir libertades sociales por parte de algunos Estados, como el espionaje masivo. 

En las dos últimas temporadas, la sexta y la séptima (esta se ha podido ver en Movistar), Homeland sigue dialogando con el presente. El estreno de la sexta coincidió con la llegada al poder de Donald Trump y la serie optó por situar a una mujer (Elizabeth Marvel como Elizabeth Keane) en la Casa Blanca, lo cual parecía un guiño a la posible victoria de Hillary Clinton. Pero, más allá de ello, la serie siguió ofreciendo tramas interesantes de plena actualidad, como el daño que provocan en la convivencia las fake news, esas que precisamente tanto han impulsado a Trump. Mathison, apartada de su vida anterior, intenta en esa sexta temporada cuidar de su hija y vivir en equilibrio emocional, pero (claro) no lo consigue y se ve envuelta en una trama de engaños y fuego amigo. En la séptima, otro tema actual (spoiler): la intromisión de Rusia en las sociedades occidentales, con la intención de desestabilizar sus democracias. Todo ello, mientras en Estados Unidos se sigue investigando el rol de Rusia en las últimas elecciones estadounidenses. De nuevo, intriga, tensión y reflexiones sobre el presente en una serie que ha sido capaz de reinventarse como pocas. La octava temporada, al parecer, será la última. La esperaremos con ansia. 

Comentarios