Informes que ofenden a España

Ayer fue un día en el que volvimos a vernos retratados como lo que somos. En el que constatamos una vez más nuestra posición en la esfera internacional. Básicamente, a la cabeza de la corrupción y a la cola de la educación. El informe sobre la percepción de la corrupción que realiza cada año la organización no gubernamental Transparencia Internacional y el informe PISA 2012 de la OCDE sobre educación nos sacan los colores. Seguimos suspendiendo en educación, esa materia que jamás se ha considerado asunto de Estado en España y que ha sido, es y, me temo que será argumento recurrente en batallas partidistas e ideológicas de bajos vuelos. 

Por partes. El infome PISA, que cada año evalúa el nivel de los estudiantes de los países de la OCDE en matemáticas, ciencia y comprensión lectora, vuelve a ofrecer un suspenso para España. Un toque de atención para, de una vez por todas, mejorar el sistema educativo, aprenden de aquellos modelos que sí tienen éxito probado a lo largo del tiempo, consensuar con la comunidad de la enseñanza una reforma educativa para varias generaciones en España, que no esté al albur de cada cambio de gobierno. La educación en España se resume en una sopa de letras de leyes o proyectos de ley que cada nuevo gobierno, ya sea del PP o del PSOE, han desarrollado sin consenso con el resto de partidos y sin escuchar a la comunidad educativa. 

Los alumnos españoles obtienen 484 puntos en Matemáticas, a diez de la media de la OCDE, lo que nos sitúa en el puesto 25 de los 34 países de la OCDE y en el puesto 33 de los 65 participantes del informe PISA. En Lengua, también suspenso, a ocho puntos de la media de la OCDE (488 puntos frente a 496). Por último, en ciencia la distancia es de cinco puntos, al obtener 496. La comparación con el informe PISA de otros años nos muestra una ligera mejoría en las notas, pero seguimos necesitando mejorar. Por otro lado, también refleja este estudio un aumento de las desigualdades, una brecha creciente entre regiones y, atención a los efectos de la crisis económico, con la equidad quebrándose. Los alumnos con un nivel socioeconómico más alto superaron a los del nivel más bajo en 34 puntos en matemáticas. Los alumnos de Navarra en Matemáticas, de Madrid en Lengua y de Castilla y León en Ciencia son los que obtienen mejores notas, situados en la media de la OCDE o incluso por encima. Murcianos y extremeños ocupan las últimas plazas en todas las categorías. 

Por tanto, el informe nos indica que debemos mejorar para poder equipararnos a los países de nuestro entorno en cuanto a calidad de la enseñanza y también da la voz de alarma sobre las crecientes desigualdades. Las diferencias entre las regiones con más puntuación y las de puntuación más baja son muy considerables, como lo son entre los alumnos de diferentes niveles económicos. Este aspecto es muy importante y no debe ser descuidado. La educación en España tiene muchas áreas de mejora y sin duda se ha de avanzar con todo el mundo a la vez y no marginando u ofreciendo menos oportunidades a aquellos con un nivel económico menor. La grandeza de la educación pública es y debe seguir siendo la igualdad de oportunidades. 

Este informe PISA, como es preceptivo, será empleado en España para llenar tertulias el día después de su publicación y, en lo que respecta a la clase política, para echarse los datos a la cara. Desde el PP, argumentando que los malos resultados demuestran que es necesaria la reforma de la Wert. Desde la oposición, señalando que con esa reforma todavía aumentarán más las desigualdades. Echando la culpa a la LOGSE o a lo que sea conveniente según quien hable. Batalla política estéril y corta de miras. Si en algo somos especialistas en España es en hacer de todo un debate político polarizado entre dos bandos, dos corrientes. Ese sectarismo tan nuestro nunca escapó de la educación (quizá por falta de ella, precisamente) y todos los gobiernos (y lo que es peor, muchos ciudadanos y miembros de la educación educativa) no han tenido el menor reparo en emplear algo tan sensible como la enseñanza para sus batallas partidistas. Muy deprimente. Mientras la educación no sea una cuestión de Estado, algo común e invariable, de la máxima trascendencia, esté quien esté en el gobierno, seguiremos viajando en el vagón cola del informe PISA. Todos los partidos, al menos los principales, junto a la comunidad educativa, deberían fomentar una gran mesa de la educación en España donde se debatiera qué modelo adoptar, qué falla y dónde podemos mejorar, dejando fuera cuestiones de sesgo ideológico y político. Una gran mesa nacional de la que saliera el modelo educativo por el que este país apostara e invirtiera en su futuro. No pasará, lo sé. Seguiremos enfrascados en batallitas por la religión y esas cuestiones. Quedándonos en lo insignificante, en la trinchera política. 

Otro lugar donde estamos, en gran medida, por el sectarismo tan español, por proteger a los nuestros cuando se corrompen y defender con ardor que todo se trata de una campaña de desprestigio de los enemigos de la causa, es en un lugar muy destacado del informe sobre percepción de corrupción en 2013 que ha elaborado la ONG Transparencia Internacional. España se encuentra en el puesto 40, pero su gran mérito este año es que es el segundo país donde más ha crecido la sensación de la corrupción sólo por detrás de Siria. Dinamarca y Nueva Zelanda ocupan el primer puesto en transparencia y poca percepción de corrupción. Somalia, Corea del Norte y Afganistán cierran la lista. El crecimiento tan espectacular en la percepción de la corrupción en España es lógico. No hay una sola institución (partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, Casa Real, justicia...) que no se haya vista envuelta en casos de corrupción. La falta de severidad real contra quienes caen en estas conductas, con arreglos para proteger a sus corruptos entre los grandes partidos, tampoco ayuda. Dos informes, PISA y el de Transparencia Internacional, que ofenden a España. Que la sitúa en su sitio. Un lugar deprimente y mediocre. 

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