Mourinho

La imagen de Iker Casillas, capitán del Real Madrid y de la selección española, para muchos el mejor portero del mundo, en el banquillo de La Rosaleda impactó mucho. Llamó la atención por poco fecuente y por suponer un evidente castigo del entrenador blanco al portero, con quien dicen que la relación es gélida. El Madrid está haciendo una temporada pésima y José Mourinho entendió que una de las cosas que fallaban era la portería, o eso contó ayer en rueda de prensa. Dejó en el banquillo a Casillas y optó por la titularidad de Adán. El Madrid perdió 3-2, no por el cambio de portero, evidentemente, sino porque está en una pavorosa crisis de juego y de confianza. El club blanco atraviesa un momento muy delicado meses después de deslumbrar al ganar la Liga del año pasado batiendo todos los récords.
 
Si el Madrid hubiera ganador ayer, la polémica sobre la suplencia de Casillas sería hoy algo menor, pero sólo algo. El portero del conjunto blanco es una institución, un símbolo del Madrid y del fútbol español. Los defensores de Mourinho, que sigue habiendo, argumentan que es una decisión técnica y que él sabrá qué portero está mejor. Puede ser. Intuyendo como intuímos que la relación entre el entrador portugués y el capitán del equipo es prácticamente inexistente, muchos creemos que el técnico luso señaló ayer a Casillas. Le castigó. Dio rienda suelta a sus fobias personales. De paso echó un pulso a la directiva, aseguran unos; desvío la atención, según piensan otros o incluso empezó a forzar su salida del club, como también dicen algunos hoy.
 
El enfrentamiento entre Mourinho y la prensa es total y viene de lejos, por lo que la severidad de las portadas de hoy no son de extrañar. Pero hay una realidad que, naturalmente, no es culpa de los medios: el Madrid este año no juega a nada, está a 16 puntos del líder y  parece más que evidente que hay tensión dentro del vestuario. A la hora de buscar responsables de esta situación, es lógico que se mire al entrenador top, como él mismo gusta de definirse. Es un entrenador magnífico porque nadie podrá negarle sus méritos deportivos en todos los equipos que ha dirigido. Pero esta temporada no está logrando encauzar el rumbo del Madrid.
 
La personalidad arrolladora de José Mourinho es uno de los grandes fenómenos que ha pasado por el fútbol español en los últimos tiempos. Para bien y para mal. No recordamos muchos entrenadores que hayan despertado tantísima atención mediática, que rehuyan tan poco la polémica y que muestren tal nivel de acritud con los medios. Tampoco técnicos con tanta maestría para lanzar cortinas de humo y centrar los debates sobre cualquier cosa antes que el pobre nivel futbolístico que está dando su equipo. Eso genera una presión, un nivel de tensión tal en el equipo que no es bueno para nadie.
 
Deportivamente, insisto, sería de necios negar los logros de Morinho. Pero su personalidad le pierde. Es bueno creer en uno mismo, en sus cualidades y en su valía. En eso, el técnico luso anda sobrado. Pero no lo es ir de broncas por la vida, buscar enfrentamientos, señalar a jugadores, llevar a periodistas a un cuartito para leerles la cartilla. Si tan top es, no se entiende que ande preocupado leyendo lo que dicen de él en los medios como si fuera un juvenil. Señalar a Casillas es un error que tal vez no ha medido del todo bien, o tal vez demasiado bien en atención a sus intenciones. Veremos si mantiene esa decisión en un puesto como el de la portería en el que se requiere de estabilidad. No es en absoluto descartable que opté por mantener al capitán en el banquillo.
 
Tengo para mí que, pase lo que pase, este será el último año de Mourinho al frente del Madrid. La permanente tensión, los malos rollos, los enfrentamientos con la prensa, el mal ambiente en el vestuario... Demasiado compleja, demasiado agotadora parece la situación, incluso para él. Cuando se marche, ¿qué legado habrá dejado en el Madrid? En lo deportivo, de momento, una Copa, una Liga y una Supercopa de España. La Champions es ya el gran objetivo del equipo blanco esta temporada, imposible como está la Liga y siendo la Copa un torneo menor, no lo suficientemente atractivo como para esconder la terrible marcha en Liga y el descontento de la afición. Irse conquistando la décima sería todo un logro. Faltan muchos meses, pero de momento el Madrid no da en absoluto la confianza necesaria en el campo como para pensar que es candidato sólido a la Liga de Campeones.
 
En todo caso, lo de ayer seguirá dando mucho que hablar. Creo que Mourinho tiene decidido desde hace tiempo que se marchará al final de temporada, si no se sigue empeorando la situación y por voluntad propia o ajena se va antes. Para lo que me queda en el convento, parece pensar. De todos modos, no me hagan mucho caso, que yo de fútbol tampoco es que entienda mucho. Hablo de esto hoy porque estamos en épocas navideñas y me apatece tocar este tema más ligero. Porque eso debería ser el deporte, no un foco de tensión.

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