Ayer habló Mariano Rajoy y eso ya es de por sí una noticia, porque el presidente no es muy amigo de dar la cara y explicar sus reformas. Ayer en el Congreso del PP madrileño tampoco hizo eso exactamente, pero sí habló sobre la acción del gobierno. Fue en tono mitinero, que para eso era domingo y estaba rodeado de afines. "Cada viernes contiuarán las reformas; el viernes que viene, también", dejó claro ayer Rajoy mientras en 50 ciudades españoles había manifestaciones, menos concurridas que otras anteriores, las cosas como son, contra los recortes en Sanidad y Educación. El presidente dijo que es muy importante hacer reformas y declaró también que "muchas personas pueden no comprender en un determinado momento las decisiones que estamos tomando". Sí, fundamentalmente porque el gobierno está incumpliendo muchas promesas electorales y está haciendo lo que decía que no iba a hacer.
Considera Rajoy que "hay que hacer cambios estructurales y tomar medidas integrales", y cree que no quedaba otra alternativa que la subida de impuestos y los recortes que el gobierno ha aplicado y, por lo que se ve, seguirá aplicando. El presidente dijo que los efectos positivos de sus reformas no se verán a corto plazo, pero que si el gobierno sigue haciendo lo que debe, al final vendrán tiempos mejores. Ojalá sea así. Consumido el primer cuarto del año se va afianzando la idea de que el 2012 hará bueno al 2011, ese año que despedimos como una mala pesadilla que dejábamos atrás. Rajoy disparó también contra los socialistas. No pudo evitar la tentación, rodeado como estaba de militantes del PP y en casa de Esperanza Aguirre, que no se calla nada de lo que piensa y siempre va un paso más allá en sus críticas a los rivales políticos que el resto de compañeros de partido. Les echó en cara que se opongan a todas las reformas.
El presidente dijo que para salir del pozo hay que hacer exactamente lo contrario de lo que hizo el PSOE en el gobierno y afirmó que "lo menos que podían hacer es callarse". Desconozco si esta frase responde a un calentón propio de un acto de partido en plan chupipandi, quiero pensar que sea eso, que se trataba sólo de un exceso dominguero. Porque si Rajoy de verdad piensa lo que dijo ayer sobre los socialistas, el concepto de democracia del señor presidente dejaría bastante que desear. Podría decirles a los dirigentes del PSOE: "hagan como yo, no hablen". Porque bien sabemos que a Rajoy eso de hablar a la prensa y explicar las cosas a los ciudadanos es algo que le desagrada profundamente. Es como esos actores que hacen películas pero luego se hacen los remolones en la promoción del film y llevan mal eso de hablar con los periodistas y acercarse al común de los mortales. ¿De verdad el presidente del gobierno quiere a la oposición callada? Entre eso, que Rajoy huye de los periodistas por los pasillos del Senado y que podría haber tenido la brillante idea, que alguien echará atrás sin duda, de no celebrar el Debate sobre el Estado de la Nación, la política española parecería The Artist, en blanco y negro, porque la cosa no tiene mucho colorido, y muda.
Los socialistas cometieron errores en la gestión de la crisis. Eso no duda nadie salvo los propios dirigentes socialistas que, como la inmensa mayoría de los políticos españoles, tienen alergia a la autocrítica y creen que ellos no pueden fallar y que, en el hipotético caso de que fallen, jamás tendrán que reconocer errores y siempre podrán echar la culpa al otro. Los errores pasados del gobierno socialista en la gestión de la crisis los ha pagado el PSOE en las elecciones, pero empieza a cansar que desde el gobierno se desacredite cualquier crítica a sus medidas proveniente de las filas socialistas con eso de "tengan al menos la decencia de callarse" o incluso "les debería dar vergüenza salir a la calle". Con estas palabras, Rajoy y Saénz de Santamaría no están expresando en voz alta su deseo de no tener oposición y callar las voces críticas para que nadie ose cuestionar sus medidas, ¿verdad?
Rajoy justificó sus reformas y volvió a recordar, como si fuera posible que a alguien se nos hubiera olvidado, que recibieron una situación desatrosa y un déficit por las nubes que ellos deben corregir. Viendo las escenas del Congreso del PP de Madrid me hago varias cuestiones. Algunas sobre el liderazgo y la figura de Esperanza Aguirre y sobre su acomodo dentro del partido, pero ésas no vienen al caso. Lo que preguntaba sobre todo viendo a todos los militantes del PP es si realmente se creen el discurso de sus dirigentes. Si lo compran sin rechistar, sin cuestionarse nada. Si ellos aceptan con naturalidad los recortes. Si en las tertulias de la cafetería o del bar defienden estas medidas. Si les entusiasman. Si ellos aceptan eso que dicen tanto los políticos sobre fiestas que se acaban, como si fueran los pensionistas los que han tenido una fiesta descomunal estos años y no los dirigentes políticos y como si los más graves excesos que se han cometido en este país los últimos años fueran las recetas gratis de los ancianos.
Esta misma reflexión la podría hacer de los que siguen con fe ciega al PSOE, a IU, a UPyD o a cualquier otro partido. Es algo que me inquieta bastante. Veo a personas entregadas en mítines de políticos y me pregunto si ellos acatan los mensajes de su líder de turno. Si los que criticaban los recortes de Zapatero hace unos meses ahora defienden la valentía y el liderazgo de Rajoy por ser capaz de hacer severos recortes. Si esa gente no puede o no quiere pensar por sí misma. Si cuando llegan a casa y dejan en el cajón la banderita del partido no se cuestionan nada de lo que les acaban de decir. Si no son conscientes de que les han vendido una moto. Si son de los que esperan a ver de qué partido ha salido una propuesta para alabarla o criticarla. Si son incapaces de ver la vida con algo de objetividad, imparcialidad e independencia. N me hagan mucho caso y que nadie se ofenda, pero me parece poco estimulante ver a gente aplaudir cuando el político de turno ha lanzado su mensaje simplón y adoptar sin pensar las tesis de su partido sin ninguna capacidad crítica.
Comentarios