Argentina expropia YPF

La noticia se veía venir y finalmente ayer el gobierno argentino anunció, en un acto esperpéntico que dice mucho del grado de populismo y de la falta de rigos de su ejecutivo, la expropiación de YPF, filial de Repsol en Argentina. Concretamente, Argentina expropia el 51% del capital de YPF. La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, deja caer también que podrá aprobar más nacionalizaciones en otras empresas y en otros sectores, como el bancario o el de la telefonía. El gobierno español respondió ayer al anuncio de la expropiación con una rueda de prensa conjunta del ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, y el de Industria, José Manuel Soria. En esa comparecencia no anunciaron medidas concretas, pero sí dejaron claro que con este anuncio Argentina ha roto las relaciones de amistad entre los países, que se trata de un acto hostil hacia España y que tendrá consecuencias. También declaró ayer el ministro Soria que el gobierno argentino rompió así el pacto verbal al que habían llegado los dos gobiernos para hacer que cualquier controversia en el seno de YPF fuera resuelta de forma dialogada.

Repsol, por su parte, también ha respondido hoy a la expropiación con contundencia. Al igual que el gobierno, la empresa española considera que se trata de una medida "arbitraria". El presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha hablado con claridad y ha dicho que el gobierno argentino pretende tapar la crisis social y económica que sufre aquel país con esta medida. "La presidenta de Argentina realizó ayer un acto ilegítimo e injustificable tras una campaña de acusaciones dirigida a derrumbar la acción de YPF y permitir una expropiación a precio de saldo", ha dicho Brufau. La guerra sucia de la que con acierto hablan hoy algunos medios de comunicación. La empresa reclamará al gobierno argentino 8.000 millones de euros por su parte de YPF. "La decisión viola los más elementales principios de igualdad de trato", ha dicho. También ha recordado los muchos cambios de opinión y las contradicciones de la señora presidenta, que aplauidó lo que hoy demoniza.

El gobierno debe actuar con contundencia. Creo que no es un asunto de patriotismo, sino de defensa de los legítimos intereses de las empresas españolas y, por lo tanto, de España en su conjunto. Se percibe cierta confusión mental en algunas personas que dicen que no hay nada malo en que Argentina recupere sus recursos o que consideran que es de justicia lo que ha hecho la presidenta de aquel país. Son los mismos que tienen lista la palabra "colonial" para echar en cara a cualquiera que defienda a Repsol estos días. Quiero creer que son los menos, pero hay gente para todo. Confío también en que esto no derive de ningún modo en un choque entre los dos países y que no dé lugar a insensatos, artificiales y estúpidos roces entre argentinos y españoles. Nada tenemos en España contra Argentina y estoy convencido de que nada tienen en Argentina contra España. Se trata de una cuestión política y no se trata ahora de enemistarnos a un país amigo en lo que se refiere a la relación entre los dos pueblos. En lo que se refiere a los gobiernos, pro supuesto, el gobierno español harábien en responder con contundencia a esta medida.

Es una medida arbitraria y rompe el básico principio de seguridad jurídica que necesitan las empresas para invertir en un país. La señora presidenta, antes que cualquier otra cosa, cavó ayer la tumba de la economía de su país y echó tierra encima. Nadie con dos dedos de frente querrá invertir en Argentina. Es una decisión errónea, injustificable y arbitraria. Cristina Fernández de Kirchner tal vez no, porque ciertamente se la ve bastante fuera de la realidad en todo, pero alguien en el gobierno argentino debe tener alguna noción básica de economía y sabrá, por lo tanto, que lo anuncido ayer tendrá un gran perjudicado: Argentina. La medida será un golpe para Repsol y dañará a España, pero pro encima de todo afectará muy gravemente a la propia nación argentina. Los inversores huirán despavoridos y nadie entrará en ese avispero, porque saben ya que en cualquier momento a la presidenta se le puede antojar expropiarles la empresa y seguir echando piedras sobre su propio tejado mientras los palmeros habituales la jalean.

La escena en la que se anunció la expropiación es esperpéntica. La señora Fernández de Kirchner dijo que la curva de desinversión de Repsol se parece a la trompa de un elefante y continuó con el show mientras los palmeros de turno se volvían locos con su líder, ésa que les va a hundir en la misera como siga así. A día de hoy, la presidenta argentina es uno de los más claros ejemplos de populismo barato y de líder carismático cuya única (y poderosa arma) es la demagogia. Igual da excitar a la población desempolvando la cuestión de las Malvinas que expropiando empresas y dañando gravemente los intereses de su propio país. Cristina Fernández de Kirchner parece estar muy alejada de la realidad, pero sabe que su discurso fácil y populista sigue dando resultados. Es triste y dice muy poco de los palmeros de la presidenta. Es cierto que los argentinos la han votado, pero pienso que bastante tienen los pobres con lo que tienen. Da mucha lástima ver a un gran país como Argentina en las manos de alguien tan poco responsable como su actual presidenta.

Fernández de Kirchner estaba ayer ingeniosa y, como digo, comparó una gráfica de desinversiones de Repsol en el país con la trompa de un elefante. Qué lástima que nadie se pusiera a comparar el populista discurso y la pobre y burda estrategia política de la señora presidenta con otras experiencias políticas pasadas. Porque doña Cristina sube al podio de líder irresponsable y dañina para su país donde ya sólo le hace competencia Hugo Chávez. Ayer fue un mal día para Repsol y para España, pero un pésimo día para Argentina. No pasan por el mejor momento y encima tienen al mando de la nave a una persona populista, demagógica, irresponsable e incompetente. Mal panorama.


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