Se acabó la espera. Mariano Rajoy anunció ayer la composición de su gobierno. Un gobierno con trece ministerios y con algunos nombres esperados, y otros bastante más sorprendentes. Se confirma que el Ministerio de Economía se desdobla y que la responsabilidad de afrontar la crisis la compartirán Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, y Cristóbal Montoro que estará al frente de Hacienda y Administraciones Públicas. Otra cartera importante en periodos de crisis es el de Empleo y Seguridad Social. La ministra encargada de ella será Fátima Báñez. Rajoy coordinará toda la política económica de su gobierno. La mujer fuerte del gobierno será Soraya Sáenz de Santamaría, persona de confianza del presidente que será la única vicepresidenta del gobierno. Será ministra de Presidencia y portavoz del gobierno. Su poder en el nuevo ejecutivo será más que evidente.
El Ministerio del Interior también tendrá gran importancia en el nuevo gobierno. Siempre lo es porque se trata de una cartera fundamental, pero más aún ahora que se deberá gestionar el final de ETA. Al frente de Interior se sitúa Jorge Fernández Díaz. Alberto Ruiz Gallardón, en breve ex alcalde de Madrid, entra en el gobierno como ministro de Justicia. Las sorpresas llegan de la mano del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, al frente del cual estará José Manuel García Margallo. Pedro Morenés será ministro de Defensa. Perfil técnico el suyo según reseñan hoy todos los medios. Ana Pastor era una de las fijas y se encargará de Fomento. Miguel Arias Cañete también tenía casi segura su presencia en el ejecutivo. Será ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Ana Mato se pondrá al frente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. José Manuel Soria será ministro de Industria. Por último, José Ignacio Wert será ministro de Educación y Cultura.
Hasta ahí los nombres. Recuerdo que siempre se ha dicho que a los gobiernos hay que darles cien días de plazo, margen de confianza y esas cosas. Lo cierto es que hoy algunos medios dan la bienvenida al nuevo gobierno como si fueran trece mesías que vienen a salvarnos, al tiempo que las redes sociales han tardado poco en llenarse de trapos sucios de algunos de los nuevos ministros. Yo casi prefiero dar ese margen de confianza por una cuestión de cortesía, así que sólo haré algún breve comentario sobre alguno de ellos y, sobre todo, hablaré de los retos a los que tendrá que hacer frente cada cual. Ser ministro del gobierno de tu país debe de ser algo estupendo para quien se dedica a la política para intentar ayudar a sus conciudadanos. No son estos los mejores momentos, los más cómodos, para asumir responsabilidades de gobierno, pero sí es ahora cuando más necesario resulta que haya gente capaz al frente del ejecutivo y que acierten en sus decisiones.
Soraya Sáenz de Santamaría será la mano derecha de Rajoy. En realidad, es una continuación de lo que ha sido durante el largo periodo de oposición. Mariano Rajoy contó siempre con ella, fue una apuesta personal. Ella le devolvió la confianza con una lealtad total y será la segunda persona con más peso en el gobierno. En todo caso, Rajoy ha seleccionado a sus ministros de tal forma que intente evitar familias internas o divisiones más allá de las lógicas. Todos son, hasta que no se demuestre lo contrario, amigos y personas leales que no darán grandes disgustos a Rajoy. Este aspecto es uno de los que más destacan algunos medios. También se dice que ha huido de equilibrios territoriales o de otro tipo, algo a lo que estábamos bastante acostumbrados en los últimos gobiernos. Que si poner a alguien de esta Comunidad o de la otra, que si contentar a este grupo interno y al otro. Si en realidad Rajoy no ha buscado repartir cotas de poder tendrá algo ganado para hacer frente a la labor de gobierno.
Zapatero deseó, y consiguió, que la paridad fuera una de las características más destacables de su gobierno. Rajoy no ha tenido ese factor en cuenta. Cuatro mujeres habrá en el consejo de ministros, nada que ver con los primeros gobiernos de Zapatero. Yo siempre he criticado la paridad porque creo no es una medida adecuada. Considero que a las personas se les debe elegir para puestos de responsabilidad por su valía. Lo que tienen que hacer los gobiernos es propiciar que logremos alcanzar un escenario en el que haya total igualdad entre hombres y mujeres. La igualdad en capacidades ya existe y debemos luchar para que llegue a los gobiernos, a los consejos de administración, etc. A ser posible, sin aplicar medidas como la paridad. Dicho esto, no me gusta que haya tan pocas mujeres en el ejecutivo. Comprenderé que haya quien interprete la escasa presencia de mujeres en el gobierno como un paso atrás. En todo caso, más allá del número de mujeres que haya, lo importante es que el gobierno luche por hacer efectiva y real la igualdad de todos. Por cierto, sin ánimo de ser especialmente crítico ni de mirar en exceso al pasado, alguna de las ministras de Zapatero no prestó, que se diga, mucha brillantez a su labor. Lo importante de un responsable político es su capacidad, no que sea hombre o mujer.
Economía. Luis de Guindos será el hombre fuerte en este campo trascendental. Compartirá decisiones con Montoro. Veremos cómo se gestiona esa bicefalia. Antes comentaba que las redes sociales hervían con el pasado de los ministros. Es lo que tiene el pasado, que todos tenemos uno y, lo que es peor, en todos los casos hay aspectos que preferiríamos borrar. De Guindos fue el responsable de Lehman Brothers en España. Ciertamente, es muy injusto reducirlo todo a esa mancha en su pasado, pero no deja de tener su aquel que alguien que tuvo relación con el banco de inversión cuya quiebra dio el pistoletazo de salida a la actual crisis económica mundial vaya a ser el encargado de sacar a España de esa misma crisis. Del nuevo ministro de Economía se dice también, pero eso vende menos, que es una persona capaz y muy preparada. Montoro, por su parte, ha sido quien ha puesto cara al PP en cuestiones económicas durante los últimos años y parece razonable que esté en el ejecutivo. De él, por cierto, también se recuerda que en su día comentó que los españoles hacían bien en endeudarse en comprar viviendas. Ojalá el tándem De Guindos-Montoro tenga mucha suerte.
Al frente de Interior estará Jorge Fernández Días. Su gran reto será gestionar el final de ETA. Hace dos meses la banda criminal anunció el final de su actividad armada y poco tardaron en pedir gestos al gobierno desde su entorno. Ésta será la táctica habitual en las próximas fechas y el puesto de ministro de Interior será, por lo tanto, uno de los importantes. En Justicia estará Gallardón que hoy tiene su último pleno en el Ayuntamiento de Madrid en el que dirá adiós. Ana Botella será su sucesora. La primera alcaldesa de Madrid no será elegida directamente para su puesto por las urnas. La historia de cómo queda la política madrileña da para otra entrada. Gallardón es uno de los políticos más capaces de España, uno de los mejores. Es razonable que esté en el gobierno. Lo que sucede es que su salida de Madrid será muy poco decorosa. Presentarse a las elecciones municipales en mayo y salir del consistorio siete meses después no es muy ético. Incumple su compromiso con los madrileños. La ambición personal no puede ponerse encima del interés general o de las promesas hechas a los ciudadanos.
Hablando del pasado de los ministros, el nuevo responsable de Defensa, Pedro Morenés, tiene un perfil poco político y muy técnico. Proviene de la industria armamentística, según cuentan, y dicen las malas lenguas en 140 caracteres que vendió bombas y esas cosas que hacen los que se dedican a esta industria. José Manuel García Margallo sera ministro de Exteriores. Otra sorpresa de lo anunciado ayer por Rajoy. El ministerio de Educación, Cultura y Deportes estará dirigido por José Ignacio Wert. A modo de resumen, hay que destacar que todos los nuevos ministros tienen algo en común: su lealtad a Rajoy. Él evitará que nadie le haga sombra, que bastante han conspirado contra él durante demasiado tiempo en su propio partido. También tienen en común, sobre todo esto, que se enfrentarán a muchos retos y que su labor no será fácil.
Por lo demás, estaría bien que todos sin excepción diéramos un margen de confianza a este nuevo gobierno. No sé si cien días o veinte, pero parece razonable que confiemos en ellos, al menos hasta que nos dejen de dar razones para ello. Tiempo habrá de criticar sus decisiones o de alabar sus medidas, pero si todavía no han jurado su cargo no deberíamos inundar las benditas y deslenguadas redes sociales de ataques a los nuevos ministros. Siendo importante su pasado, los españoles habremos de juzgarles por lo que hagan a partir de ahora.
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