Pendientes de Grecia

Naturalmente la economía no es una cienca exacta y todo puede pasar, pero no para de crecer la incertidumbre generada por el anuncio de Papandreu de celebrar un referéndum en Grecia para que los ciudadanos sean quienes decidan si se aplica o no el acuerdo de la Eurozona. Todas las miradas están puestas en Grecia, todos los caminos conducen a Atenas y los líderes mundiales intentarán convencer al primer ministro griego de dar vuelta atrás a su propuesta de consulta popular. Los expertos coinciden en señalar que esta medida no hace más que traer dudas y desconfianzas. Las Bolsas dieron buena muestra de ello ayer con importantes bajadas. Italia y España vieron cómo sus primas de riesgo subían peligrosamente. Vuelta a empezar.

La reflexión parece obligada. Todos estamos centrándonos en hablar de la incertidumbre que genera la celebración del referéndum, pero quizás deberíamos pararnos a pensar por un momento en si es disparatado que los ciudadanos den su opinión sobre algo que les afecta directamente. Todos los líderes europeos dicen que la consulta es una mala idea, y sus razones tendrán, pero decir eso es tanto como afirmar que los ciudadanos griegos no tienen derecho a tomar parte de las decisiones sobre su futuro. Considero que Papandreu debería haber llevado esta propuesta de otro modo, también coincido en señalar que generará incertidumbre, pero en el fondo, no nos engañemos, lo que estamos criticando severamente es que, al fin, los ciudadanos puedan dar su opinión sobre cuestiones de gran relevancia en su vida diaria. Se trata, por lo tanto, de que en esta ocasión los griegos de a pie parecen sobrar a los líderes europeos.

Esta semana se va a celebrar el G-20 en Cannes y allí ha sido citado Yorgos Papandreu por Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy. Estos dos grandes mandatarios europeos se han puesto al frente de esta enésima crisis relacionada con la salida a los graves problemas de la economía de Grecia. Habría que hacer un ejercicio notale de memoria para recordar cuántas veces los líderes europeos se han puesto manos a la obra para atajar este problema. Pues bien, seguimos en las mismas. Ayer desde todos los países de la Unión se resumía con palabras como "irritación" o "sorpresa" el sentimiento común de los dirigentes europeos al enterarse de que Papandreu quiere consultar con los ciudadanos en un referéndum el último plan. ¿Qué pretende el primer ministro griego con este giro inesperado? Por lo pronto, está provocando nuevos dolores de cabeza a los líderes europeos que terminarán soñando con la cara de Papandreu.

Si Grecia celebra el referéndum finalmente, algo que está por ver y yo no daría del todo por hecho, y los ciudadanos votan lo que dicen las encuestas que votarían, es decir, un rotundo no, se abriría un escenario en el que lo más probable sería que Grecia saliera del euro. De este modo, el país heleno volvería a su moneda y haría la guerra por su cuenta. Lo que ocurre es que algunos expertos consideran que este escenario afectaría seriamente a la propia Unión Europea. La UE no está siendo capaz de hacer frente a este grave problema y, cuando parece que sí lo ha hecho, siempre surje algo que vuelve a enredarlo todo. En fin, que si no fuera por lo serio del asunto, diríamos que es como una de esas series televisivas en las que hay giros y más giros en el argumento para seguir contando la historia. Claro que, si esto fuera una serie, los espectadores se habrían cansado hace mucho de tener esa sensación de dejá vu que tenemos todos.

En resumen, la reunión del G-20 será, sobre todo, una cumbre en torno al problema de Grecia. Merkel y Sarkozy intentarán convencer a Papandreu de que se cumpla el acuerdo que salió de la cumbre europea de la pasada semana. Esto pasa por no convocar el referéndum, por si las moscas. Mientras tanto, Grecia sigue en el alambre y, con ella, toda la Unión Europea. Nadie sabe lo que pasará en un futuro, pero parece claro que nada invita a ser especialmente optimistas.

Comentarios