Inapelable vuelco electoral en España

Las encuestas no se equivocaban y el PP ganó de forma arrolladora las elecciones generales de ayer. Mariano Rajoy será el nuevo presidente del gobierno y podrá hacer frente a la difícil tarea que tiene por delante con una cómoda mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados gracias a los 186 escaños logrados, el mejor resultado de este partido en toda su historia. 10.830.693 personas dieron su confianza a esta formación política. El gran derrotado de la noche fue el PSOE, que vivió la peor noche electoral de su amplia historia. Se quedó con 110 escaños y 6.973.880 electores mostraron su apoyo a la candidatura de Alfredo Pérez Rubalcaba. El PSOE será el principal partido de la oposición, pero su situación de debilidad es evidente y preocupante para los socialistas.


En relación al resto de partidos, casi se podría decir que, esta vez sin que sirva de precedente, es cierto eso de que todos ganan. El PSOE pierde tanto que otros partidos logran subir mucho. Cabe destacar que Izquierda Unida ha sido una de las grandes triunfadoras de la noche. Subió de 2 a 11 escaños y puede presumir de ser, con bastante diferencia, la tercera fuerza política más votada del país. CiU será, sin embargo, la tercera en número de diputados por la Ley Electoral de la que luego comentaré algo más en detalle. Los nacionalistas catalanes tendrán 16 escaños y, lo que es casi más importante, han logrado venceren unas generales en Cataluña por vez primera.


En el País Vasco, Amaiur entra con fuerza en el Congreso (uno de sus siete escaños procede de Navarra). Éxito incuestionable también el de UPyD que es la tercera fuerza en Madrid y que tendrá cinco escaños. Al no llegar al cinco por ciento de los votos, con el reglamento en la mano, no formaría grupo parlamentario propio, pero apostaría porque sí lo tendrá finalmente. Es lo más razonable. El PNV pierde un escaño y se queda con cinco. ERC se mantiene en tres, mientras que BNG y CC conservan sus dos diputados. Compromís-Equo, Foro Asturias y Geroa Bai logran entrar en el Congreso con un escaño.


Unas elecciones generales dan lugar a tantísimos elementos de debate que más vale ir por partes. El ganador de las elecciones, el PP, ha conseguido el mejor resultado de toda su historia. Es verdad que el PSOE ha perdido mucho más que lo que el PP ha ganado, pero no se pueden poner paños calientes ni restar mérito a este innegable triunfo electoral. Mariano Rajoy lo tenía todo a su favor. La crisis económica lleva hundiendo poco a poco al gobierno desde hace mucho tiempo, como unas arenas movedizas. Cuando Rubalcaba hacía amago de levantar la cabeza, siempre había algún dato del paro o cualquier otro indicador económico para demostrar cómo está nuestro país. Al PSOE se le ha castigado muy severamente (no seré yo quien diga si es justo o no lo es) por la gestión de la crisis. En muchos países europeos han caído gobiernos por la crisis. Es más, no hay gobierno cuyo país se haya visto gravemente dañado por la crisis que haya logrado mantenerse llegadas unas elecciones. En este sentido, el PSOE debe sumar a su demostrada incapacidad para poder ayudar a salir de la crisis el hecho de que, para intentarlo, haya renunciado a algunos principios básicos de este partido. Sus votantes no se lo han perdonado.


El PP no ha tenido ni un solo obstáculo reseñable en la campaña electoral, ni tampoco antes, que generara la más mínima duda sobre su tremenda ventaja sobre el PSOE. Más que una victoria del PP, dicen algunos, lo de ayer fue una espectacular derrota del PSOE. Sinceramente, no me parece muy acertado obviar que diez y millones y medio largos de votantes han votado al PP. Todas esas personas han sido tan importantes para la holgada mayoría absoluta del PP como los muchos votantes socialistas que se han quedado en casa o han dado su apoyo a otras formaciones políticas. Es decir, claro que el resultado de las elecciones de ayer es una derrota del PSOE, pero no hagamos ver que el PP ha llegado al gobierno como el que no quiere la cosa, porque diez millones de personas son muchas personas. Por lo tanto, las dos cosas son perfectamente compatibles, pero no deberíamos dejar de lado que el PP sí ha logrado que muchas personas crean en su proyecto para España (aunque éste no sea especialmente claro).


La reacción pública de Mariano Rajoy a la victoria fue correcta. Primero decidió dirigirse a todos los españoles en la sala de prensa y habló en su papel perfectamente asumido de presidente del gobierno, que para eso llevaba mucho tiempo preparándose para ello. No dudó en decir que vendrán tiempos difíciles y aseguró que no harán milagros. El PP tiene por delante una tarea titánica. Tendrá que hacer frente a la grave crisis económica que no parece remitir. Ahora no tardarán mucho en oírse más y más quinielas sobre futuros ministros. Veremos. Después, el presidente del PP se dirigió a los simpatizantes del partido que atestaban la calle Génova. Ahí la cosa fue algo más alegre y menos institucional, pero Rajoy quiso mostrarse comedido y volvió a aprovechar para dejar claro que habrá que esforzarse mucho y que vienen tiempos difíciles. El PP no tendrá ya más remedio que sacar a la luz ese progama oculto del que tanto hablaban sus rivales políticos. En poco tiempo tendrán que empezar a mostrar qué camino recorrerá nuestro país (sabemos que será de recortes) y cuánto de peligroso había en ese ocultamiento del programa.


Rajoy salió al balcón de Génova rodeado de su gente de confianza. Rubalcaba salió a la sala de prensa más bien solo. Ya dijo Napoleón que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. Es posible que el propio candidato socialista fuera quien decidió salir solo y asumir él toda la responsabilidad de la derrota, pero yo eché de menos ver a Zapatero respaldándole en público. Él es presidente del gobierno, pero sobre todo él es secretario general del PSOE y, por qué negarlo, el máximo responsable del hundimiento electoral de su partido. Rubalcaba sabía que se enfrentaba a una misión imposible y su intención era salvar la cara. ¿Lo ha logrado? Veremos si sus compañeros de partido así lo estiman. ¿Los 110 diputados que obtuvo el PSOE incapacitan a Rubalcaba como futuro líder del partido? Quizás habría que plantearse otra pregunta ¿hasta qué punto son responsabilidad de Rubalcaba estos nefastos resultados? ¿Realmento otra persona hubiera logrado llegar al menos a los 125 escaños de Almunia?


El PSOE tendrá un comité federal el próximo sábado y parece que será en febrero cuando se celebre el Congreso del que saldrá el nuevo líder. La travesía del desierto sera dura. No es la primera vez que un partido tiene que asumir y digerir de la mejor manera posible una derrota considerable, pero la oposición del PSOE en esta legislatura será la más frágil (en cuanto a escaños) que se recuerda. Si a esto sumamos que el PP acumula también gran parte del poder autonómico y municipal y que nada indica que en marzo el PSOE vaya a poder mantener el poder en Andalucía, el desierto que tendrá que atravesar el partido a partir de ahora es especialmente árido. Toca ahora en las filas socialistas analizar la derrota. No costará mucho encontrar motivos que expliquen este hundimiento. Los menos autocríticos dirán que se debe a la crisis, pero el resto añadirán que es más correcto decir "nuestra gestión de la crisis". El PSOE abre una nueva etapa muy dura para ellos.


Hay más partidos de los quiero hablar, por supuesto, pero sí quiero hacer un último comentario sobre el PSOE. ¿Quién será candidato a la secretaría general? Rubalcaba y Chacón son los dos que más sonaban ya antes de las elecciones. Ocurre que el primero ha perdido las elecciones y la segunda no ha sido capaz de que el PSC ganara las elecciones. Como nadie en el PSOE puede realmente sacar pecho, cuesta señalar a una cara que no se pueda identificar con la derrota de ayer. Patxi López tampoco puede estar contento con los resultados del PSE. Dentro del PSOE surgirán voces que pidan la llegada de una cara nueva para ponerse al frente del partido, algo así como lo que sucedió cuando Zapatero, un semi desconocido, llegó a la secretaría general del partido. Quizás sea lo más oportuno en estos momentos, aunque no es lo más probable de suceder.


IU ha cumplido todos sus objetivos. No hay ni una sola espinita que los de Cayo Lara puedan tener clavada. Se presentaron a las elecciones como la verdadera alternativa de izquierdas y así lo han entendido muchos votantes. UPyD vuelve a demostrar su gran fortaleza en Madrid, pero además suma un diputado por Valencia y llega hasta los cinco que, si no se aplica el reglamento de forma estricta, deberían darle la opción d eformar grupo parlamentario propio. CiU, como dije, logra no sólo subir en escaños sino ganar en las generales. Los duros recortes llevados a cabo por el gobierno catalán no han afectado para nada a Duran i Lleida. La entrada de Amaiur merece mención aparte y reflexiones más profundas. Bastará en este primer artículo por decir que el PNV tiene en él un adversario muy serio. Sinceramente, no puede dejar de lamentar que esta partido haya logrado siete escaños, pero es lo que la gente ha votado y, sólo faltaría, hay que respetarlo.


Por último diré que la Ley Electoral es vergonzosa. Hay muchos ejemplos concretos, pero por no personificar sólo diré que los votos de un ciudadano español que vota en un lugar no vale lo mismo, ni parecido, al que vota en otro. Es escandaloso y no exagero si digo que la Ley Electoral maquilla los resultados electorales, los desvirtúa. Habría que cambiarla ya, pero estoy convencido de que no sucederá. Me dejo muchas reflexiones en el tintero. Mañana y los próximos días seguiré con ellas.

Comentarios