Serrines, madera de actor

 

Serrines, madera de actor, es una serie de Resines haciendo de Resines. Como todas sus series, pero más. Hasta el cartel promocional así lo indica, con cuatro Resines, cuatro, en distintas poses y con diferentes atuendos. Así que quienes disfrutamos con el actor haciendo gansadas y con su vis cómida, claro, lo pasamos en grande con esta serie de Amazon Prime Video, mientras que los que no sean muy partidarios ni siquiera se asomarán desde lejos en el catálogo de la plataforma a esta serie. Yo me he reído mucho y creo que la serie va de menos a más en sus seis capítulos. Le cuesta un poco arrancar, o a mí me cuesta un poco entrar, pero va ganando en disparate y en cierto espíritu serranista. 


El punto de partida de la serie es muy original y divertido. Un actor que se llama Antonio Serrines y se hizo muy popular con una serie llamada Los Tocino (guiño, guiño) se plantea veinte años después la posibilidad de volver a su gran éxito. Mientras, una plataforma audiovisual graba un docu-reality 24 horas sobre su vida, que es lo que vemos en pantalla. Por si fuera poco juego metaficcional, el mejor amigo del actor es Jorge Sanz, el mismo que hace unos años se prestó a un juego autoparódico similar llamado ¿Qué fue de Jorge Sanz?, donde daba vida a un actor venido a menos que ya las generaciones jóvenes a duras penas conocen y que conoció tiempos mejores. 

Resines y Sanz, dispuestos a reírse de todo, empezando por ellos mismos, interpretan aquí a dos perdedores a los que casi no les llegan papeles, que añoran la fama de un pasado lejano y que buscan reinventarse. Son dos perdedores que tampoco se adaptan del todo bien al mundo moderno. Serrines está en proceso de divorcio, abomina de las redes sociales y las plataformas, echa de menos un mundo, su mundo, que ve cómo se va difuminando. La serie plantea divertidas cuestiones sobre la fama, la tiranía de la televisión, las rarezas del mundo de la interpretaciones, las inseguridades y contradicciones... Por si fuera poco, Serrines tiene problemas con Hacienda que le obligan a hacer publicidad, algo tan denostado como bien pagado

El tono crítico e irónico, casi caricaturesco en algunos casos, es uno de los puntos fuertes de la serie, que se ríe de las pretensiones de algunos directores, de las dietas y los gimnasios, del abuso de las redes sociales... Además, y esto también es habitual en las series de Resines, hay un elenco de secundario de lujo. Lucía de la Fuente destaca especialmente en el papel de sobrina del protagonista, que se convierte en su manager y mano derecha y que simboliza ese mundo moderno con el que le cuesta conectar. La periodista Marta Flich está espléndida en el papel, precisamente, de una periodista de televisión; Jaime Pujol interpreta al abogado del protagonista y Jesús Castejón regala escenas memorables en el papel de primo de Serrines. Mención especial merece también Canco Rodríguez, que aparece en un par de episodios dando vida a un director con ínfulas que prepara una versión del Quijote en la que el hidalgo manchego es un superhéroe que vuela. 

Los personajes de Resines  Sanz representan en cierta forma a dos tipos de otra época, con una masculinidad frágil, más bien patososo. Hay bromas que sirven para ridiculizar estereotipos, por ejemplo, sobre la homofobia, pero que, en según qué mentes, pueden reforzarlos. Esto, claro, no es culpa de la serie sino de los dueños de esas mentes. Por ejemplo, a los dos protagonistas les ofrecen interpretar obra de teatro de dos hombres que se aman. La reacción de ambos cuando se enteran de la trama me parece una forma de reírse de la masculinidad frágil, de ridiculizarla, pero tengo pocas dudas de que esa trama despierta risas cómplices de no pocos retrógrados homófobos que encuentran divertida la incomodidad de dos hombres ante una historia de ficción homosexual no porque sean absurdos y antiguos esos comentarios, sino porque los suscriben plenamente. Cada cual se puede reír de lo que sea. Lo más divertido es reírse de los prejuicios y estereotipos que uno mismo tiene. Ojalá cierto sector del público se aplicara el cuento. 

En todo caso, ya digo, Serrines, madera de actor es una serie divertida con el punto disparatado y genial que se espera de cualquier serie de Resines, más aún si tiene estos guiños constantes a Los Serrano, esa serie que marcó una época en televisión y que, dos décadas después de su estreno, sigue atrayendo a nuevos espectadores en sus constantes reposiciones. Está por ver si la serie tiene o no una segunda temporada. 

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