Reina roja

 

La guionista y periodista Paloma Rando escribió hace unas semanas en la red social anteriormente conocida como Twitter este mensaje: “Una crítica negativa es un palo. Que todas lo sean puede convertirse en campaña promocional. “¿Tan mala es? Voy a tener que verla” no será el acercamiento a una serie que desean sus artífices, pero al menos es uno”. Aunque no lo decía expresamente, todo hace indicar que se refería a Reina Roja, la serie producida por Amazon Prime Video que adapta el best seller homónimo de Juan Gómez-Jurado. Lo cierto es que la serie no ha tenido buenas críticas: reiterativa, mediocre, pretenciosa… No, la crítica profesional no parece especialmente entusiasma con la serie. A mí me ha gustado


Empiezo a encontrar un placer en eso de ir a contracorriente. No tiene ningún mérito, claro. Da gustito siempre decir que una serie aclamada por ella crítica es mala, porque es una forma como de darse importancia, de dar a entender que uno ve más allá que el resto, que encuentra defectos que el resto de espectadores, pobres, no halla porque no les da. Lo de que te guste algo vapuleado es siempre un poco más complicado por aquello del qué dirán, porque cómo te va a gustar eso, cómo vas a ser tan básico. La verdad es que esa impostura de mirar las series siempre con el ceño fruncido deseoso de encontrarles defectos me parece agotadora. Al final, como decía Woody Allen sobre las cítricas, cuanto más sencillas, mejor. Básicamente, o te ha gustado o no, luego ya procedes a intelectualizarlo y a intentar armarte de razones.


Creo también que uno de los males de nuestro tiempo, no el peor, porque además da juego y genera debate, es que hemos acabado con el término medio a la hora de valorar un producto cultural. O es una obra maestra, la serie que debes ver lo antes posible para unirte a la corriente unánime de alabanzas, o es un bodrio, un espantajo vergonzoso al que hay que zarandear con todas las armas dialécticas posibles. Y lo cierto es que, por pura estadística, es raro que aparezcan obras maestras, y también es infrecuente que haya series de las que no se pueda rescatar absolutamente nada. La mayoría, hoy y siempre, transitan en una clase media más o menos aseada, más o menos efectiva. Y ya. 


Reina Roja, voy ya a ello, no me parece una obra maestra, pero tampoco un bodrio. Me entretiene, plantea bien la trama, maneja a la perfección los recursos clásicos del género, mantiene la tensión hasta el final y tiene personajes singulares de esos que siempre agradecen los thrillers. No he leído el libro, así que no sé cómo se fiel es la serie. Su protagonista, Antonia Scott (Vicky Luengo) es la persona más inteligente del mundo y colabora con una organización secreta que investiga los crímenes más abyectos. Está en horas bajas tras una tragedia personal cuando comienza la serie y es buscada por Jon (Hovik Keuchkerian), que es un policía vasco parlanchín, todo lo contrario a ella. Quijote y Sancho. La razón y la emoción. Una improbable y peculiar pareja detectivesca que deberá investigar dos secuestros. Un clásico, sí.


A veces los personajes están demasiado estereotipados, en especial el del malo malísimo (Nacho Fresneda) y el de Jon, cuya retahíla de frases hechas y chascarrillos es incesante. También sucede que se busca epatar con la inteligencia el personaje de Antonia y, a veces, no impresiona tanto como la serie busca. Hay diálogos y situaciones mejor resultas que otras, pero en general la investigación ofrece todo lo que se puede esperar de una historia así. Reina Roja no reinventa la historia de la televisión, pero no es una serie infumable como algunas críticas la pintan. O así lo veo yo, claro. También creo, pero quién sabe, que a veces es verdad eso de que en España se perdona cualquier cosa menos el éxito. 

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