La casa


Las historias sobre la familia nos llegan a todos porque todos tenemos una. Una familia y muchas historias. Por eso, el punto de partida de La casa, la película de Álex Montoya basada en el cómic homónimo de Paco Roca interpela de un modo directo a cualquier espectador. La película se estrena el próximo 1 de mayo y se ha podido ver estos días en el BCN Film Fest. Si además el espectador tiene recuerdos de veranos en una casa familiar en un pueblo, la conexión emocional con la historia se vuelve aún más especial. Me ha emocionado mucho esta película tierna, sencilla y realista sobre tres hermanos que acuden a vaciar y poner orden en la casa familiar del pueblo tras la muerte de su padre. 


Se nota el origen de la película. Se nota en la ternura y la humanidad de la historia, que son sin duda señas de identidad de los libros de Paco Roca. También en su fotografía, exquisita. Entre secuencia y secuencia, planos de detalle de distintos rincones de la casa y su jardín que parecen viñetas de cómic extraídas directamente del libro original, de una belleza extraordinaria. La casa les evoca los recuerdos de los veranos vividos allí, los de la infancia, felices, despreocupados, eternos, y también los de los años finales de su padre, cuando está cada vez más débil de salud, también cuando más rencillas hay entre los hermanos por el cuidado de su progenitor. Vemos pequeño retazos de la memoria de cada personaje en flashbacks delicados y sencillos. 


Los tres hermanos acuden con sus respectivas parejas. Hay tiranteces, malos rollos, reproches velados, pero también cariño y amor. Es una película real con personas de carne y hueso, que tienen emociones y sentimientos con los que cualquiera se puede sentir identificado. Está el hermano más joven (David Verdaguer), escritor, el aparentemente más desligado de la familia, que acude al encuentro junto a su pareja, una magnífica Olivia Molina en uno de los mejores papeles que le he visto. Luego el hermano mayor (Óscar de la Fuente), estricto, rígido en la educación de su hija, con problemas para mostrar sus emociones, por más que su mujer (Marta Belenguer) y su vitalista y alegre hija (María Romanillos) intenten que se abra. Y luego la hija (Lorena López), la que más tiempo dedicó al cuidado de su padre y la que más se esfuerza para que los hermanos se mantengan unidos. Tiene un papel pequeño pero muy bello Miguel Rellán, que da vida al vecino de la casa del pueblo de toda la vida, el que tiene el juego de llaves y echa un ojo a la casa el resto del año. 


Los diálogos en los que vamos conociendo más de la vida de cada uno, también de sus anhelos, reproches y apegos, son de lo mejor de la película. Apegos un tanto feroces, parafraseando a Vivian Gornick y el libro que la escritora dedicó a relatar la relación con su madre. Cualquier relación humana es siempre compleja y siempre, siempre encierra más de lo que parece a simple vista. En las familias, claro, todavía más. 


En La casa  no hay grandes dramas ni broncas irreversibles ni sorprendentes giros de guión, nada más (y nada menos) que una aproximación honesta, tierna y realista a una familia en la que, como se escucha en un momento del filme, cada uno hace lo que puede. Y eso es un poco la vida. Una película muy recomendable en la que, por cierto, Paco Roca hace un pequeño cameo y en la que, como siempre, pero aquí más, es importante quedarse a ver los créditos finales. 


 

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