As alumnas


 El término latín vernáculo procede del etrusco y significa “esclavo que ha nacido en la casa de su señor”. Con ese término, lenguas vernáculas, se definía durante el franquismo los idiomas como el catalán, el euskera o el gallego. Desconocía el origen despectivo del término y lo aprendí anoche, como tantas otras cosas, en la maravillosa representación en el Teatro Colón de A Coruña de As Alumnas, la obra con la que Paula Carballeira ganó el año pasado el Premio Nacional de Literatura Dramática. La persecución de los hoy idiomas cooficiales de España fue sólo uno uno de los severos daños a la educación y la sociedad infligidos por la dictadura franquista a los que se acerca esta obra con una sutileza y una sensibilidad exquisitas. Es un extraordinario ejercicio de memoria historia, una formidable obra de teatro, ese arte que en la misma función se define con acierto como “lo más parecido a la vida”. 

Contó la autora de la obra el el interesante coloquio posterior que recibió el encargo de escribir una obra sobre la mujer en el franquismo. Era un tema tan amplio, con tantos posibles enfoques, que optó por acercarse a él desde la educación y, en concreto, desde la admirable figura de María Barbeito, profesora, pedagoga, traductora e intelectual coruñesa que fue represaliada por el franquismo. Pero no es una biografía al uso, sino que se aproxima desde un enfoque distinto, porque en el teatro, que es el templo de la palabra, un personaje brilla más cuando otros hablan de él. Y es lo que sucede en As alumnas, donde Carballeira fabula un encuentro en dos antiguas alumnas de Barbeito en el entierro de la maestra en 1970, en pleno franquismo, cuando el recuerdo de aquellas clases libres y avanzadas no ha podido ser enterrado por décadas de execrable dictadura. 

La obra, dirigida por Fina Calleja, cuenta con las grandes interpretaciones de Anabell Gago y Mónica Camaño, que consiguen transmitir la ternura de ese encuentro entre dos amigas de la infancia, la forma en la que recuerdan lo aprendido de su maestra, el relato de sus vidas desde que perdieron el contacto. Recuerdan los juegos, las lecciones, las clases. Recuerdan lo que su profesora les contaba de París y esas ciudades libres y lejanas que ellas no pudieron conocer. Su vocación temprana, porque ellas también querían ser maestras como su profesora. Y la censura posterior, la prohibición del gallego, el machismo institucionalizado, las reglas para ser una buena esposa, del franquismo, las ataduras y el terrible retroceso

La obra, cuyo texto es de una precisión, un lirismo y una belleza fuera de lo normal, también incluye aportaciones históricas fruto de una amplia documentación de la autora. Se nos cuenta la vida de María Barbeito y también los mecanismos de represión del franquismo, en el que dos tercios de los maestros y maestras de la República fueron apartados de su trabajo, por sus peligrosas ideas de libertad, por esa manía suya de intentar que los alumnos y las alumnas pensaran por sí mismas y no se pusieran límites. Cómites de depuración, denuncias anónimas, cartas rotas por miedo a represalias, personas hablando gallego en secreto para que nadie escuche. 

As alumnas es un bellísimo homenaje a figuras como María Barbeito y también es una extraordinaria oda al poder transformador de la educación y la palabra. Y, por supuesto, también al teatro como espacio de imaginación y de memoria, como reparador de heridas. El teatro como lugar en el que recordar nuestra historia y en el que hacer justicia, aunque sea poética, en el que combatir el olvido. 

El coloquio posterior a la obra fue muy interesante y en él hablaron varias alumnas de un instituto gallego que están trabajando en su grupo de teatro precisamente esta misma función. Era muy inspirador y reconfortante ver a tantas chavalas jóvenes siguiendo con atención las explicaciones de la directora y las actrices, y planteando cuestiones apasionadas y muy interesantes sobre la historia contada en la función, esas historias que no siempre se cuentan en los institutos y las escuelas. Fue una noche preciosa ayer en el Teatro Colón de A Coruña, una noche en la que recordamos que quienes represaliaron a tantas personas como María Barbeito estuvieron siempre en el lado equivocado de la historia y son merecidamente repudiados hoy en día salvo por los retrógrados nostálgicos de aquellos tiempos oscuros, mientras que las historias de quienes fueron injustamente represaliados llenan teatros, emocionan y despiertan admiración en los espectadores de hoy en día, también en chavalas jóvenes que aprenden así sus nombres, su ejemplo, la advertencia que su historia nos lanza desde el pasado gracias al teatro, lo más parecido a la vida. 

Comentarios