Gaudí

 

Siempre sobran las razones para volver a Barcelona. Una realmente interesante es la exposición dedicada a Gaudí en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. La muestra, de la que es comisario Juan José Lahuerta, invita a cuestionarnos la imagen de Gaudí como un místico aislado del mundo y de su tiempo. Nada de eso, viene a decir la exposición, que está muy bien cuidada, desde la disposición de los objetos y obras hasta la explicación de los distintos paneles o el relato de audio que se puede escuchar durante la propia exposición o cuando se quiera, en casa, consultando el código QR de la entrada. 

Gaudí era un genio, por supuesto, pero no estaba aislado. Hay artistas que le influyen claramente, como se muestra en la exposición, en la que también podemos encontrar numerosos fragmentos de periódicos y publicaciones de la época, como aquellas que recopilaban lo más destacado de las exposiciones universales. Detenerse a leer con algo de calma lo que dicen aquellos periódicos de la época es realmente interesante. 

La muestra también dedica un espacio importante a la relación de Gaudí con su mecenas, Eusebio Güell, que fue decisivo para su trayectoria profesional. Entre los más de 650 objetos de toda clase que se pueden ver en la exposición hay bocetos de los primeros trabajos del genio, pero también fotografías y mapas de aquel tiempo, lo que nos permite conocer cómo era la Barcelona en la que creció Gaudí, la que contribuyó de forma decisiva a transformar. 

Por supuesto, la Sagrada Familia, la gran obra de Gaudí, está muy presente en la exposición. Se cuenta que la idea de construir un templo dedicado a la Sagrada Familia surgió en la década de 1870, promovido por varias asociaciones y mecenas conservadores que creían que era necesario expiar los pecados de Barcelona con una gran obra. Esas personas interpretaron algunos hechos históricos de aquella época, como la pérdida del poder del Papa sobre los antiguos Estados Pontificios o las revueltas e insurrecciones populares como la Comuna de París, como muestras de una especie de fin del mundo, con tintes apocalípticos. Qué decir de las huelgas, protestas y escenas de violencia en Barcelona, conocida entonces como la ciudad de las bombas. El proyecto se encargó el arquitecto F. de Paula del Villar, que renunció en 1883. Gaudí, con 31 años, recibió entonces el encargo que terminaría marcando su vida. 

Es interesante comprobar cómo la construcción de la Sagrada Familia y su concepción por parte de Gaudí despertó polémica desde el principio. No hemos inventado nada. Entre otras razones, se criticó el gran coste económico del proyecto, mientras muchos ciudadanos se morían de hambre. Hay pinturas que reflejan ese contraste, muy criticado también en algunas publicaciones satíricas de entonces. La muestra termina con la influencia innegable de Gaudí en otros artistas posteriores, como el inclasificable Salvador Dalí, de cuyo homenaje al creador de la Sagrada Familia vemos algunas imágenes en vídeo que no tienen desperdicio. La exposición de Gaudí se podrá ver en el Museo Nacional de Arte de Cataluña hasta el 6 de marzo. Vale la pena y, desde luego, también merece una visita la colección permanente del museo, que alberga la fabulosa escultura Los primeros fríos, de Miquel Blay, que no deja de maravillarme por más veces que la contemple.