El lector de Julio Verne

Oficialmente, la Guerra Civil español terminó en 1939, pero para muchas personas no fue así en absoluto y la contienda se prolongó mucho más allá de esa fecha. La memoria del sufrimiento de esas personas es la que Almudena Grandes se propone rescatar con su serie Episodios de una guerra interminable. La segunda obra de esta serie, El lector de Julio Verne, nos traslada al verano de 1947 en un pueblo de la Sierra Sur de Jaén. En esa localidad, en el monte, hay guerrilleros que combaten con la dictadura franquista, y en el pueblo todos viven en una situación que dista mucho de ser la paz que proclama la propaganda oficial. Dicen que la guerra ha terminado, pero no lo parece para casi nadie en ese pueblo jienense. 


El lector de Julio Verne a quien alude el título de la novela es Nino, que es hijo de un guardia civil y vive en la casa cuartel de la localidad. Hasta su habitación llegarán de noche ruidos que no proceden de películas, como él le hace ver a su hermana para que no se asuste, sino de una gris realidad. Todo cambiará en la vida de Nino cuando conozca a Pepe el portugués, un hombre que vive en el campo, solo, que traslada a Nino su pasión por la lectura y, algo aún mucho más importante, una forma de estar en el mundo. Nino quiere ser como él, le admira, se fija en sus gestos, en su forma de hablar, en sus miradas, en su actitud, en el halo de misterio que transmite. Nino quiere ser como Pepe y aprenderá mucho de él, tanto que, años después de aquel trascendental verano del 47, le costará nombrar con palabras lo que Pepe el Portugués representó para él. 

El descubrimiento de la lectura de Nino, que devora todos los libros de Julio Verne que caen en sus manos, es enternecedor, igual que lo es el modo en el que se van abriendo paso en él unas inquietudes e intereses nada frecuentes en un chaval de su edad, no digamos ya hijo de guardia civil en aquellos años oscuros, en los que a nadie le interesaba, por la cuenta que le traía, hacerse ciertas preguntas. Él entra en contacto con otro mundo, empieza a hacerse preguntas y encuentra respuestas que no siempre le gustan, pero que aún así no rehuye. La obra habla de la posguerra y de la resistencia de unos pocos valientes que se niegan a aceptar el ilegítimo régimen franquista. También del dolor devastador de la guerra y de la solidaridad entre ellas de personas humildes. Habla de la sinrazón de las dictaduras. Habla de todo eso, pero sobre todo habla del proceso de crecimiento de Nino, de su maduración temprana, obligada por las circunstancias. El nacimiento de una conciencia social. 

Está sobradamente acreditada la capacidad de Almudena Grandes de relatar historias personales que van mucho más allá de las de los protagonistas de sus novelas, que hablan de todo un país y de todo un tiempo. Aquí lo logra con mucha sensibilidad y con matices, sin visiones maniqueas.  Lo más valioso de esta obra es que la historia se descubre a través de los ojos de Nino. Vamos descubriendo lo que se esconde, lo que está a simple vista, de su mano. Conocemos qué mueve a los personajes secundarios de la novela, qué dolores arrastran, qué humillaciones, qué gestos heroicos. Nino va descubriendo verdades ocultas y, con él, lo hacemos los lectores de esta novela. 

En el epílogo de la obra explica la autora cuál fue el origen del libro, la historia real que le contó un amigo suyo que se crió en una casa cuartel de la Guardia Civil en un pueblo jienense como el de Nino. Y también cuenta que algunos de los personajes que aparecen en la obra, como el guerrillero Cencerro, son reales, igual que lo son las escenas más impactantes de la novela. Un libro político, claro, porque político es recuperar la memoria de personas cuya voz no se escuchó durante demasiados años, pero, sobre todo, un libro hermoso, delicado y bello. Una historia de ficción con mucha verdad.

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