Green Book

“Enamorarme de ti es lo más fácil que he hecho en mi vida”, le escribe en una carta a su esposa uno de los protagonistas de Green Book. Lo mismo puede decirse de esta película: es fácil enamorarse de ella. Es un filme hecho para gustar, para cautivar, y lo consigue con creces. Todo, desde la música a la historia real en la que se inspira la cinta, pasando por unas interpretaciones prodigiosas de Viggo Mortensen y Mahershala Ali, hacen de esta película una obra encantadora. Todo en ella existe con esa finalidad, enamorar al espectador, lo cual es para cierta crítica sesuda un pecado mortal, o algo parecido, como si el cine se hiciera para cualquier cosa menos para llegar al público y como si no convivieran en la cartelera películas de toda clase. 

Green Book es una película amable, de las de pasar un buen rato en el cine, de la que embellece un poco el mundo y hace algo mejor la vida. Apela a los sentimientos el filme, encantador desde el minuto uno. El filme se centra en la recreación de una amistad real imposible, de entrada, la que mantuvieron Tony Lip (Viggo Mortensen), un hombre rudo que se gana la vida siendo el chico para todo en locales nocturnos en el Nueva York de los años 60, y el virtuoso pianista Don Shirley (Mahershala Ali), de formas exquisitas, culto, sensible. No pueden ser más diferentes. Y, sin embargo, sólo se desprecia lo que se desconoce, y ambos van construyendo una amistad, desde la diferencia, que les mantuvo unidos toda su vida. La película, dirigida por Peter Farrelly, es previsible y obvia, a veces, sí, pero resulta siempre enternecedora y nunca ñoña ni sensiblera de más. En ella, el humor sirve de válcula de escape ante el drama narrado, ante las desigualdades que aparecen en pantalla. 


El libro verde al que alude el título de la película es una guía que en aquellos años de segregación racial se indicaban qué establecimientos admitían a personas negras, que eran pocos y no demasiado buenos. Los caminos de los dos protagonistas se encuentran, de forma casual, cuando Don Shirley busca un chófer para su gira por los Estados más racistas y hostiles a las personas negras del Sur de Estados Unidos y, a la vez, Tony Lip se queda en el paro porque el local donde trabaja cierra durante dos meses por obras. Tony, hijo de su tiempo, no es particularmente tolerante ni respetuoso con los afroamericanos, pero acepta el encargo, básicamente, por dinero. Las enormes diferencias entre ambos son patentes: Tony habla por los codos, mientras que Don Shirley es mucho más callado; aquel vive la vida con sencillez, sin darle demasiadas vueltas a nada, mientras que la mente del pianista parece estar siempre bullendo; Tony es deslenguado y rudo; Don Shirley cuida las formas y es exquisito de trato. Una relación muy quijotesca. 

Pero se hacen amigos y viven una aventura fabulosa, que el espectador disfruta, por la sensibilidad y la particularidad de esa relación. Tony tiene esa sabiduría de barrio, que le hace ser feliz, buscar cosas sencillas: ganar dinero para llevarlo a casa, compartir la vida con su mujeres y sus hijos. Nada más. Tiene como lema vital algo que le dijo una vez su padre: "si haces algo, algo al 100%. Si trabajas, trabaja. Si ríes, ríe. Si comes, como como si fuera la última vez". Esa manera de afrontar la vida, despreocupada y alegre, se junta con la de Don Shirley, que conmueve con su virtuosismo en el piano, pero que vive con una pesada carga, o con varias, por no poder vivir en libertad, por no poder ser tratado igual que otros, sólo por su color de piel. 

No tenía ninguna necesidad Don Shirley de hacer una gira por Estados donde sabía que iba a vivir situaciones incómodas y que iba a sufrir un trato desigual por ser negro. Pero lo hizo. Aunque eso implicaría no ir a los mismos hoteles que sus compañeros, aunque sabía que en el momento en el que bajara del escenario dejaría de ser ese excepcional pianista para pasar a ser, de nuevo, simplemente un negro al que despreciar. Las motivaciones de Don Shirley para hacer esa gira y la manera en la que ambos protagonistas se apoyan y se mejoran cada uno al otro son los principales alicientes de este filme, hecho deliberadamente para gustar, sí, esa desfachatez de algunos directores que tanto se le indigesta a determinados críticos. Si no se van a sentir mal por pasarlo bien ante la pantalla, vayan al cine y disfruten de esta encantadora historia

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